Las acciones que realizamos en nuestro entorno cuentan, por ello vamos a tratar algunos hábitos que ayudan a la consecución del objetivo mencionado anteriormente y a realizar un consumo responsable en nuestra vida diaria:
El consumo responsable se basa en consumir menos y que lo que se consuma sea lo más sostenible. Por ello, se aconseja consumir los alimentos naturales que están mínimamente procesados y que están lo más cerca de su sabor original y evitar aquellos fuera de estación. También es importante tener en cuenta su procedencia ya que los que se importan de países lejanos resultan menos sostenibles puesto que es mayor la distancia que recorren hasta el destino final.
Además implica elegir los productos porque son respetuosos con el medio ambiente y porque las empresas que los elaboran cumplen con los derechos humanos.
En el caso de los coches los desplazamientos urbanos cortos, de menos de 3 km, son los más numerosos y disparan el consumo de combustible en un 60%.
Si las distancias son cortas, la bicicleta es una buena opción como medio de transporte más eficiente en el uso de energía. Otra opción es utilizar el vehículo de vez en cuando y decantarse por el transporte público que es una de las opciones que utilizan menos energía por pasajero.
En caso de tener que coger el coche si es posible sería buena opción aprovechar las plazas disponibles a la hora de realizar algún trayecto.
Apoyar a comercios que evitan el desperdicio de alimentos. Tenemos la opción del supermercado cooperativo, que es una forma de comercio basada en la calidad, sostenibilidad, participación y precio justo para todos, para poder convertirnos en verdaderos consumidores responsables.
Estas nuevas formas de consumo van llegando a nuestras ciudades, y son otra opción a las grandes cadenas, pues buscan la implicación del consumidor, pensando en las personas y el medio ambiente. La Osa, un supermercado cooperativo que cuenta con la participación de más de 1.000 personas, tiene como objetivo poder respetar el entorno que nos rodea y convertirse en un modelo de consumo responsable y sostenible.
Para ayudar a la economía local, en un viaje podemos buscar alojamiento y casas rurales que sean administradas por gente del lugar que respete e impulse el medio ambiente y la cultura local.
Elegir el turismo sostenible significará escoger opciones de viaje que generen mayores beneficios para la población local, como apoyar a los artesanos y comerciantes locales comprando ‘souvenirs’ elaborados en la localidad y con materiales autóctonos.
Ahorrar recursos que usemos diariamente como el agua y la energía eléctrica. Con acciones que se pueden realizar día a día se puede disminuir su uso como por ejemplo comprar bombillas más eficientes, poner una botella en la cisterna para que se llene menos o utilizar difusores en nuestros grifos.
Revisa periódicamente tus instalaciones en búsqueda de posibles fugas y repáralas cuanto antes. Además de un ahorro de agua, esto supondrá un ahorro económico.
En cuanto a los electrodomésticos, cada grado menos en el frigorífico supone un aumento del 5 % del consumo de electricidad, por ello se recomienda colocarlo lejos de cualquier fuente de calor, de lo contrario aumentará el consumo en un 15 %.
Apoyar iniciativas de consumo sostenible, par así revertir el daño causado por el cambio climático. Tratar de que el consumo masivo se aparte del mercado tradicional e impulse un modelo sostenible necesariamente tiene que llevarse a cabo la adopción de nuevos hábitos por parte de la sociedad.